TEXTO para catálogo mi exposición "...y otros seres"


Casa Fuerte Bezmiliana
Málaga, marzo 2008




              
  "....y otros seres"
  una exposición de CHARO CARRERA



     




          MORAR SIN MORADA

Vivir es una acción y no un simple deslizarse por la vida. El hombre ha de hacerse su propia vida, a diferencia de la planta y del animal que ya se la encuentran hecha y sólo tienen que dejarse llevar.  El ser humano, cosa sagrada: desventurado, maltrecho, absurdo y hermoso, buscando su lugar en el Cosmos.  El hombre que, con cada crisis, desnuda la vida, desvela sus entrañas, expone sus raíces. Raíces que antes se refugiaban en el espacio subterráneo, defendidas y protegidas.
Sacar (arrancar) las raíces de su sombrío, húmedo y cálido mundo subterráneo implica una resistencia frente a la homogeneización de un orden social único.
Elegir: ser alguien o ser nadie. ¿Padecer y trascender?  Parece que si no se padece no se trasciende. ¿deseo de libertad o conformidad con una formas de vida y de pensamiento ya conocidas y trazadas?. Llevados por la esperanza, sacamos nuestras raíces para dirigirnos a otro lugar, hacia arriba. Hacia la luz. En busca de espacio. Arriesgándonos,  quedándonos sin aquello de lo que vivimos y que nos nutre.
 Querer estar despierto, cuando tan bien se esta dormido. La urgencia vital de precipitar lo que tenemos que ser. Elegir lo que va a determinar nuestra vida entera. Abandonados a nuestra suerte y desplegándonos.  Pero también equivocándonos.  Cuántas vidas y saberes han quedado en silencio por falta de horizontes, por falta de coordenadas adecuadas, o por falta de ayuda, por falta de una morada propia donde encajar esas raíces que, cada vez, soportan más peso, más carga.  Sobre nosotros caen muchas cosas de esas que pesan y pasan. Acontecimientos que quedan grabados en nuestro cuerpo. Dolores de crecimiento. Y entonces aparece la diferencia decisiva entre los seres  a quienes sus raíces se negaron a soportar y aquellos que lo lograron.
El destino de la supervivencia: lo que uno eligió (quiso) ser y lo que  pudo ser finalmente: aquél otro tan distinto que ha ido creciendo a nuestro lado, mientras uno mismo, el que sobrevive, afronta la imagen deformada que crea el vivir con las raíces al aire. Raíces desnudas que ansiaban un cambio de morada. Lo que uno miraba y quería. Lo que fijaba su atención. Lo que arriesgó y, por tanto, sufrió. Momentos de estancamiento, de saltos, ascensos y, a veces, regresiones: desraizados, enraizados, enrollados, enredados, enlosados, enlatados, fragmentados, desatados, rayados….. 
 En el futuro todos seremos una especie de piezas de museo. Todos, no sólo los que tienen un talento especial.  
Tampoco podemos exigir a la vida una certeza, un resultado a medida de nuestros deseos. El destino no nos debe nada y el más allá no viene en los mapas, pero hay que ir hacia él para ganarlo, y unirnos a la corriente descerebrada de la existencia. Hay que desconcertar al personaje que parecemos ser, dividirlo, salirnos de nosotros y ver si desde fuera vemos mejor lo que sucede; desparramarnos y encontrarnos en la vida sin más. En la vida toda. El disfrute de la vida y, con suerte, el encuentro de la morada cálida donde echar, al fin, las raíces renovadas.

                                                                    Charo Carrera, Málaga, marzo 2008